Perfectamente imperfecta.

jueves, 7 de julio de 2011

Todo acaba en una sencilla conclusión.

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La belleza de escuchar una bonita canción. La belleza de estar con tu familia, riendo, cantando, hasta la madrugada. La belleza de tirarte en la playa, cuando oscurece, respirar ese olor a mar, escuchar las olas explotar. La belleza de estar en las montañas y poder estar en tal relajación. La belleza del sonido y la vista de una cascada. La belleza de querer parar el reloj, en el placer del primer beso, el segundo, el tercero... El último, o la espera del siguiente. La belleza de llegar a casa, ver a tu abuela, a tu abuelo, y ver que a pesar de cada pena que hayan podido vivir, están sonriendo, dejando ver sus arrugas. La belleza, de escuchar música tranquila antes de dormir. La belleza de los susurros de la persona que te gusta en tu oído. La belleza de escuchar lo que te dice una persona que siente lo mismo que tú, con los mismos colores. La belleza de una ducha fresquita o muy caliente, después de hacer ejercicio. La belleza de notar estar en la cima más alta después de escuchar un te quiero. La belleza de sentir cerca a una persona que está a miles de kilométros de ti. La belleza de ir andando por la calle y notar una mano agarrada a la tuya. La belleza de reír todo el día, toda la noche, junto a tus amigas y amigos. La belleza de que te demuestren que te quieren. La belleza de la reconciliación después de una pelea. La belleza de querer a alguien y sentir que duele. La belleza de sentir, que con lo que tienes, eres feliz, que son la razón de que haya un tú. La belleza de sentirse bien consigo mismo. La belleza de gritar cuando tenemos ese impulso. La belleza de ver llorar a alguien a la que quieres, por el simple echo de que está emocionada. La belleza de que una persona muestre sus sentimientos. La belleza de que notemos, que nos quiere por lo que somos. La belleza de no desear que acabe nunca. La belleza de la sonrisa de otra persona, de sentir que su sonrisa es un nacimiento de un río, y tu eres un afluente, que sonríe debido al río. La belleza de... La belleza de apreciar lo que hay a tu alrededor, de saber que por muy lejos que estén de ti, que estén en zonas que ni conoces, ni sabes donde están, están contigo, casi rozándote, protegiéndote. La belleza de una tarde de compras entre chicas. La belleza de recordar los momentos, viendo fotos, y sonreír sin darte cuenta. La belleza... La belleza de la vida; Tú vida; Mi vida.

Qué forma tan fácil de usar esas acciones.

'> Sentir. Luchar. Ganar. Sonreír. Reír. Saltar. Respirar. Perder. Llorar. Atacar. Cantar. Gritar. Querer. Amar. Enamorar. Mirar. Observar. Escuchar. Oír. Pensar. Recapacitar. Pintar. Borrar. 
Érase una vez, una niña, hermosa, rubia, ojos celestes, mirada fija, soñadora, cariñosa, virtuosa, amigable, simpática, y todo se debe decir... Con mucho carácter. Cuando nació, era el centro de atención de casi toda su familia, claro, era tan hermosa, tan bella, tan pequeña... Que era difícil resistirse hasta los mismos animales que capaz serían de comérsela. Actualmente, supera los años de una mocosa; Es una adolescente algo rebelde, como la mayoría solemos ser. Antes, decía que le gustaba estar rodeada de gente, ahora, dice que necesita su espacio, su lugar de cuatro paredes, su intimidad, para escucharse a ella misma, para escuchar a su corazón.
Tiene el doble de ocho años. En su casa, blanco, fuera de ella, negro.
Un buen día, conoció al típico chico que tu crees ser perfecto. Era un tío sensible, guapo, QUÉ DIGO GUAPO, hermoso; Destacaba entre los demás. Ella pensaba que no encontraría ningún chico de él, decía que estaba enamorada hasta las ''trancas'' de ese chico; Moreno, ojos verdes cejas anchas, pelo hacia arriba, engominado, sonrisa blanca y dientes perfectos, cuerpo delgado, con espaldas anchas y, algo marcado sus pechos. Pasaba el innombrable, y ella babeaba; Se encontró que estaba sintiendo algo más de lo que ella podía esperar que sentían los adultos.
Esa misma tarde, no paraba de venirle momentos con él a su cabeza; Dijo una sola palabra: ''LUCHAR''; Seguido de: ''lucharé. Lo conseguiré y ganaré, me ganaré su amor.'' Mientras decía eso, una vez más se colocó una imagen de éste chico, sin darse cuenta, sonrió como una tonta.
Al día siguiente, su primer día de clase, gente nueva; ambiente nuevo. Entró hacia su nuevas cuatro paredes llenas de notas, amargamientos, pensamientos, sonrisas, risas, insultos... Y vio como seguida de él, llegaba el moreno, el perfecto chico del que ella estaba pillada. Volvió a sonreír.
Pasado un tiempo, tenían amistad-sus sentimientos aumentaban-; Se pasaba las horas libres hablando con él, él con ella, soltando carcajadas. Nadie, nunca, le había echo reír así. Era como... Saltar y llegar al espacio, y tocar las propias estrellas que lo contemplaban, no tenía miedo a no poder respirar.
Un día como otro, tras terminar los deberes se tumbaba en la cama, decía que como siguiera así, lo iba a perder. Fue decir esa palabra en alto, y comenzó a llorar, con unas lágrimas rápidas, duras, pesadas, parecía que éstas mismas competían entre ellas, para ver quién caía antes. Su madre, pasó ligeramente por su cuarto y la vio en tal estado que ella misma intúia de que se trataba diciendo: ''cielo, eso lo hemos vivido tooooodo ser humano, y duele, pero es tan efímero, y tan bonito...''. Al ver que a ella eso no le consolaba, la madre la retó: ''Nena, yo creía que tu eras una chica fuerte, confiaba en ti, y esto es lo que me haces... Qué pena, siendo tan joven y dejarte ganar tan rápido, ATACA, hija, ATACA; Como si estuvieras en la selva y sólo tuvieses un león que comerte, a atacar para sobrevivir; Eres fuerte, princesa, lo eres.'' La niña comenzó a sonreír algo más, que visto lo que sentía, nadie juzgaría que fuera una niña; Su madre, sonriendo, le cantaba una canción casi gritando, en la que decía: ''Con tu edad, quiere, ama, enamórate, equivócate, que el tiempo te perdonará''.
Ella, había aprendido algo más. Se había dado cuenta de que tenía que mirar, observar, escuchar, oír, pensar, y recapacitar. Y cuando alguien había pintado algo equivocado, a borrarlo había tocado.
Ella arriesgó y ganó, ¿y tú?

miércoles, 6 de julio de 2011

Tu día a día, de la noche al día.

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Te despiertas, sientes esa caída de párpados intensa, la cual va cesando por segundo que pasa, cosa que no quiere decir que tengas menos sueño, sobre todo si la noche que has pasado ha sido corta, larga o simplemente ni cerraste ojos. Miras a la ventana, extrañada, no pensabas que el tiempo corría tan deprisa, ni si quiera sabes la de segundos, minutos y horas que pasaron, que perdiste por el simple echo de dormir, una necesidad de la vida. Bostezas, te desperezas, dejando tus músculos relajados, miras el reloj, piensas que un día más, un día con la misma mierda más, un día más en nuestra vida, sin pensar que sigues aquí, con millones de razones por las cuales seguir, permanecer, sonreír, reír, querer. Vas hacia el cuarto de baño, te aseas, desaparece parte de la cara de sueño, de momia que puedas llegar a tener. Sales, sin darte cuenta lo miras todo, dándote cuenta de que nada cambió a lo de ayer, y repites: Otro día con la misma mierda; Sin pensar en que... ¿Y si cambiara tu día? ¿Y si alguien no siguiera ahí contigo? ¿Y si hubiera mil razones por las cuales ya no sonreír? Si tu día cambia, tíñelo de color, si alguien no sigue contigo, estarás en un tiempo no muy lejano con esa persona, y si hay mil razones por las cuales no sonreír, tendrás dos mil por las que SÍ sonreír; El ser humano llega a tener un egoísmo proporcionalmente directo a ser tonto, necio. Te vistes, la misma ropa de todos los días o quizás no, quizás estrenas. Coges lo necesario si sales, si no sales, tendrás otras cosas más o menos importantes que hacer, pero lo importante es actuar. Aprovechar el minuto a minuto, sentirse bien consigo mismo, sonreír ante un espejo, hacer tonterías a él, mirar el reloj y sonreír porque pasó un segundo y sigue siendo todo igual, sin una desgracia más sin una desgracia menos, todo igual.
Tener una pesadilla, levantarte exaltada, y recorrerte tu casa entera viendo que nada de ese sueño, ese sueño maldito, entonces observas... Mira, mira, las paredes en las que te apoyabas cuando eras pequeña para andar... Oh, y mira esto, el suelo, el suelo por el que andaba, por el que me peleaba por hacerme caer. Y mira, mi padre, mi madre, mi hermano... Por días un poco más envejecidos, por días, los quiero más, por días me demuestran que siempre una razón de existencia, se puede subdividir en varios apartados: Tres personas, con sus nombres.
Entonces, sonríes, dices que eres tonta, que estás loca... Y vuelves a tu cama, e imaginando recuerdos o cosas que te gustarían que pasaran y sonriendo como tonta, te vuelves a quedar dormida como una niña pequeña. Porque aunque, por día TODOS seamos un poco mayores, por cada acto que hacemos, demostramos que ese punto infantil tienes.
Se me apetece en muchas ocasiones, sonreír como cuando era pequeña, agarrarme de la mano de mi abuelo, de mi abuela, se me apetece despedirme de ellos bien como no hice en su tiempo, decirle que les quiero, que les echo de menos. Pero me dedico a saltar de día a día, como si no hubiera escalón de parada, me dedico a sonreír como si no hubiera un mañana, me dedico a soñar en vida, tampoco es tan difícil. Solo hay que dejarse llevar, como cuando eras pequeña, y te decían: << venga, venga, agárrate de mi mano y mueve una pierna y otra>>. Te dejaste llevar, y aprendiste a caminar. O cuando decían: <<La ''b'' con la a se dice ''ba''>>. ¿Cuántas veces lo repitieron? ¿Y aprendimos? Sí, aprendimos. ¿Recordáis vuestro primer beso? ¿Y los consejos que te daban para darlo? Lo típico de: ''déjate llevar''.
En la vida, hay tres cosas a seguir: Sonreír; Vivir; Dejarse llevar. Si el destino te lleva a un sitio, déjate ir, el destino sabe lo que tú eres, fuiste, y serás. ¿No te entra curiosidad de saber lo que serás dentro de un par de años? ¿Y dentro de 20 años? ¿A que sí? Pues déjate llevar, no desaproveches ningún día de tu vida, porque son el mejor regalo que tu madre, y tu padre, te hayan podido dar. A aquellas personas, que sus padres o uno de ellos, no se haya comportado como tal... Agradece que es lo único y lo más bonito que te ha dado, y aprende, a saber tratar a tu hijo, como ellos nunca lo hicieron, dales envidia, sonríe. Mira, mira... Con tu sonrisa, eres más hermosa, con tu vida eres de carne y hueso.
De tu sonrisa, nace la mía.